Jeannette Muñoz is a Chilean filmmaker based in Zurich, Switzerland. Her experimental and nonfiction 16mm films have screened widely, including at the New York Film Festival, International Film Festival Rotterdam, Images Festival, Media City, Arsenal Berlin, Ourense Film Festival, Festival Punto de Vista, Centro Galego de Artes da Imaxe (CGAI), Xcèntric, Palais de Glace (Buenos Aires), Festival Internacional de Cine de Valdivia, Videoex, and many other venues.

Strata of Natural History (español)

Jeannette Muñoz

Volume 7Article 3

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Strata of Natural History (español)

Jeannette Muñoz
Volume 7/Article 3
Jeannette Muñoz is a Chilean filmmaker based in Zurich, Switzerland. Her experimental and nonfiction 16mm films have screened widely, including at the New York Film Festival, International Film Festival Rotterdam, Images Festival, Media City, Arsenal Berlin, Ourense Film Festival, Festival Punto de Vista, Centro Galego de Artes da Imaxe (CGAI), Xcèntric, Palais de Glace (Buenos Aires), Festival Internacional de Cine de Valdivia, Videoex, and many other venues.

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extracto: STRATA OF NATURAL HISTORY (Jeannette Muñoz, 16mm, color and BW, 11’45”, 2012).

Buscando huellas insistentes e invisibles en Berlín.

Los estratos que encuentro en la ciudad no se funden, son heterogéneos, existen en el antagonismo y en la complementación. Las capas de la historia, la percepción y las experiencias se mueven paralelas. Coexisten. Están presentes y ausentes a la vez. Para sentirlas inicio un recorrido atento. Camino por las calles de la ciudad y me muevo con la intención de ver mas allá de lo que los ojos me muestran, encuentro lugares que me hablan de una manera diferente. Miro de reojo, para ver sus fantasmas, para intuir nuevas constelaciones, para ver lo que sale de adentro y se funde con lo de afuera. Las conexiones que intuyo finalmente se manifiestan.

Las imágenes de archivo resuenan a menudo como débiles ecos de la historia.

Buscar lo que había escuchado y leído en numerosas ocasiones fue la primera tarea que me propuse en mi estadía en Berlín.

Me intrigaba la forma y el tamaño real del archivo. Quería ver las fotografías originales de los nativos Kawésqar raptados y traídos a Europa en el siglo XIX, las cuales recordaba como bosquejos, recortadas o agrupadas en una página de libro.

Cuando el célebre médico y antropólogo alemán Rudolf Virchow escribió sus informes antropológicos en 1881, se refirió de forma paternalista e intemporal a “mis fueguinos”. Dos fotos por persona, una de frente y otra de perfil dan cuenta del vínculo inextricable entre la voluntad de conocimiento y la obsesión por el control y el encierro.

En cada una de las fotografías leo el nombre de Carl Günther, muy posiblemente el fotógrafo. Y una dirección: Leipziger-Strasse 105, Berlín. Sobre ella y escritos a mano un número y un nombre: Antonio, Pedro, Lina, Lise, Trine, Henrich, Capitano. En otra foto muy diferente una mujer con una niña. Por el escenario visible en ella, puedo deducir que están siendo expuestas en el jardín zoológico. Al pie de la foto sólo se lee un nombre: Grete.

Privada de su nombre e identidad, una mujer llega a Hamburgo en agosto de 1881 a bordo de un barco a vapor alemán como parte de un grupo de 11 adultes y niñes procedentes de Tierra del Fuego y la Patagonia. El viaje ha sido organizado personalmente por el empresario de zoológicos Hagenbeck y Rudolph Virchow.

Nadie le pidió su permiso. El viaje se desarrolla en un silencio radical. Sin traducción le es imposible entender lo que esta viviendo. Cualquier intento de explicación es, en todo caso, en vano porque los acontecimientos que se suceden trascienden a su comprensión.

Inmediatamente después de su arribo al puerto es engullida por un espectáculo colonialista que ha atraído a miles de espectadores estridentes.

Los ciudadanos europeos han sido llamados a visitar los jardines botánicos y los zoológicos de Europa para asistir a este esclarecedor espectáculo de historia natural. Disfrutarán del beneficio incuestionable y “evidente” de presenciar un acontecimiento etnológico que, como decía Virchow, brinda la oportunidad de ver algo de interés y, lo que es más importante, de un alto valor educativo.{1} Una multitud alborotada rebosa de curiosidad al ver a seres humanos extranjeros y salvajes venidos de tan lejos.

Virchow prosigue con sus estudios. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos investigativos en cadáveres y en cuerpos vivos, es incapaz de establecer diferencias significativas entre los nativos y los ciudadanos europeos. Los conocimientos recogidos no arrojan ninguna prueba contundente.

Posteriormente los nativos Kawéskar son transportados en gira por París, Berlín, Leipzig, Múnich y Stuttgart. Durante el viaje a Zúrich, su destinación final, la mujer se vuelve cada vez más apática. Colapsa en el vagón de carga. Sus ojos se cierran.

¿Hemos pensado alguna vez en los animales no humanos?

La Choike es un ave que vive libremente en Tierra del Fuego. En libertad puede alcanzar velocidades de hasta 60 km por hora. Me pregunto si el Jardín Zoológico de Berlín tiene un ejemplar de ella. Efectivamente la encuentro en un rincón, en un pequeño espacio apartado de las grandes atracciones, en donde no le es posible practicar sus destrezas. Está en silencio. Nadie se detiene para observarla. Se le galardona con la indiferencia.

La Choike se da cuenta de mi presencia y sin timidez se acerca a la reja. Le pregunto en silencio si puedo filmarla. ¿Seremos capaces de comunicarnos por encima de nuestras diferencias?

En este momento y actuando en la tranquilidad de un escenario sin audiencia no me impulsa la empatía. Mi cámara no es compasiva. Tampoco lo son mis acciones. Estoy tratando de desentrañar una maraña de conexiones esquivas.

Y me importa.

Los zoológicos contemporáneos se han adaptado rápidamente a los tiempos de la sustentabilidad, ya no exhiben; la palabra exhibición ha sido sustituida por un eufemismo más sofisticado: preservación. Pero ¿cuál es realmente el objetivo de los zoológicos en las grandes ciudades europeas? ¿Qué quieren preservar? Nos impresiona el realismo desplegado en los escenarios del zoológico o del museo de historia natural y, sobre todo, nos impresiona la perseverancia humana que subyace a su creación. Lo que antes era el espectáculo colonialista de la historia natural se ha convertido en la preservación de los animales y su hábitat, así como en un medio eficaz de justificar y conservar la propia institución.
De alguna manera, la forma en que la Choike está expuesta en Berlín es descuidadamente honesta; la jaula ordinaria, estrecha y subestimada no pretende ser lo que no es. Es simplemente una jaula pobre y desnuda.

La Choike desvía la mirada y comienza a limpiar sus plumas.

Paseando por las calles de Berlín recuerdo el imponente monumento de la “Fuente Alemana” en Santiago de Chile.

En 1912, la comunidad alemana en Chile encargó a Gustav Eberlein, uno de los principales escultores de la Escuela de Berlín bajo el Kaiser Guillermo II, la creación de una alegoría monumental de la República, de sus riquezas minerales, agrícolas y marítimas, y de sus trabajadores. La figura central, un hombre poderoso, representa al pueblo chileno; al costado abajo, se ve a un indígena.

En el siglo XIX, la joven República chilena dirigió el flujo de inmigrantes desde Europa hacia las vastas tierras nativas al sur de la capital: la biopolítica como medio eficaz para apoderarse de las tierras nativas. Pero la historia no desaparece; sus estratos se dejan ver hasta el presente. Los conflictos por la tierra son más intensos que nunca.

La transformación de la fuente alemana va al ritmo de la vida de la ciudad. Bajo el calor de enero ha sido por muchos años protagonista de un acontecimiento simbólico. Muchas familias de la periferia, de la marginalidad viajan a su centro y visitan la fuente en el corazón de Santiago, transformando el dramático monumento en una piscina pública.

El baño está prohibido, pero no por el agua contaminada. Nadie presta atención a las advertencias escritas alrededor de la fuente; los sonidos y olores del verano son omnipresentes. Los vendedores ambulantes ofrecen sus productos. La gente se agolpa alrededor del heladero. La fuente es su playa. Hace calor y sus aguas en cascada suenan como ríos, como olas. Las familias pueblan el descuidado césped del parque. El ruido del tráfico de la ciudad a ratos desaparece. El griterío veraniego emerge como un contraste musical; los picnics ya están repartidos por el suelo.

El Ringbahn de Berlín
Habitar la experiencia cinematográfica-habitar el proceso-habitar la historia.

El Ringbahn de Berlín está vacío. Tomo asiento junto a la ventana de la derecha. Mi cámara está sujeta a un monopie que instalo firmemente entre mis piernas. El rollo de película sólo dura tres minutos y define la duración de mis tomas. El montaje lo realizo en la cámara. Mi dedo se dirige al obturador. En el exacto momento en que enfoco al infinito, el tren parte.

Al mismo tiempo que se iniciaba la construcción del anillo ferroviario alrededor del centro de Berlín en 1871, Hagenbeck se dedicaba a secuestrar nativos en la Patagonia. Durante el recorrido, las fotografías de los archivos dan paso en fracción de segundos a los recuerdos de viajes anteriores. Luces, raíles, túneles, estaciones, camiones y vagones. Un sinfín de impresiones. Cada cambio de escenario es un acontecimiento inesperado. Las reverberaciones en el aire se movilizan y multiplican. La luz brillante se refleja en las ventanas y produce azarosamente sobre exposiciones. Los paisajes y la arquitectura urbana son monumentos perseverantes de fuerzas interactivas y conflictivas en una época de arrogancia europea, demostrada por el desplazamiento indiscriminado de seres y objetos: el inmenso cielo lo veo reflejado aquí y allá. Al horizonte de imponentes complejos industriales le suceden las viviendas y una prisión panóptica que amenaza con transformarse en forma de vida. El anillo ferroviario da vueltas y vueltas.

Las calles y los edificios de la ciudad saben, los ríos saben, los árboles saben. Cuando escuchamos, cuando sentimos o percibimos su pulso, la armonía aparente que tendemos a adjudicarles, se desmorona. 

El pasado y el futuro convergen intensamente. Lo que podemos experimentar son estratos de la historia de extrema transparencia y viveza. La densidad de experiencias encarnadas, la abundancia de vidas vividas, se mezclan sin fin, lo que percibo se transforma en un puro devenir de mundos posibles, bellos y abundantes. Todo emerge y en momentos fortuitos, habla. El mundo. Sólo podemos aspirar a que hable.

Endnotes

Titulo Video: Strata of Natural History (Jeannette Muñoz, 2012).

Stills: (1) Doble exposición de fotografías de archivo de nativos de Kawéskar en Berlín 1881 y el Jardín Zoológico de la misma ciudad. (2) Doble exposición de fotografías de archivo de nativos de Kawéskar en Berlín 1881 y el Jardín Zoológico de la misma ciudad. (3) Choike” (Ñandú) de Tierra del Fuego en el Jardín Zoológico de Berlín. (4) Bañistas en el monumento “Fuente Alemana” en Santiago de Chile. (5) El anillo ferroviario (Ringbahn) de Berlín. (6) Doble exposición de fotografías de archivo de nativos Kawéskar en Berlín 1881 y un parque de la misma ciudad.

{1} Para gran parte de la información de este artículo, consulté las siguientes fuentes: Rea Brändle, Wildfremd, hautnah: Völkerschauen und Schauplätze, Zürich, 1880–1960; Bilder und Geschichten (Zürich: Rotpunktverlag, 1995); Rudolf Virchow, “Ausserordentliche Zusammenkunft am 14. November 1881 im Saale des zoologischen Gartens,” Zeitschrifft für Ethnologie 13 (1881): 375–94.